La metodología de la hermenéutica puede desarrollarse a partir de tres
pasos o, como las llama Beuchot, sutilezas, a saber: la sutileza para entender
o implicar, la sutileza para explicar y la sutileza para aplicar. El primer
paso aborda el contenido textual, el segundo, la relación del texto con los
objetos que describe, y el tercero la interpretación que nos formamos del texto
(Beuchot, 2008: 41-42). Aquí, un análisis de dos fragmentos de Nietzsche siguiendo
estas sutilezas.
Fragmento 1 de La genealogía de la moral
“Todas las cosas largas son difíciles de ver, difíciles de abarcar con la mirada.
Pero esto es lo acontecido: del
tronco de aquel árbol de la venganza y del odio, del odio judío –el odio más
profundo y sublime, esto es, el odio creador de ideales, modificador de
valores, que no ha tenido igual en la tierra-, brotó algo igualmente
incomparable, un amor nuevo, la más
profunda y sublime de todas las especies de amor: -¿y de qué otro tronco habría
podido brotar?... Mas ¡no se piense que brotó acaso como la auténtica negación
de aquella sed de venganza, como la antítesis del odio judío! ¡No, lo contrario
es la verdad!” (Nietzsche, 1997: I, 8).
Implicación. Un primer elemento a resaltar es la
elección de “langen Dinge” (cosas largas). Nietzsche se refiere metafóricamente
a la dificultad del ojo humano para alcanzar a ver objetos amplios. Después
cambia el lenguaje (no sin mantener una analogía entre el judaísmo y un árbol)
para referirse al tema en sí: el odio judío como sublime y como raíz del más
sublime amor. En la parte final del fragmento, se da un giro al afirmar que el
odio judío no es la antítesis de este nuevo amor. Solo la verdad sería
contraria a dicho odio. Este fragmento, en términos de intratextualidad, nos
remite a algunas ideas previas y posteriores de la misma obra: Nietzsche afirma
que “con los judíos comienza en la moral la rebelión de los esclavos” (1997: I,
7). Después afirma que aunque el paso de este envenenamiento se va alentando,
“la moral del hombre vulgar ha vencido” (1997: I, 9).
Explicación. Con estas dos ideas que se han
añadido, el fragmento puede explicarse diciendo que, aunque suele escaparse
este fenómeno a los estudiosos de la moral, el odio que Nietzsche asigna al
pueblo judío, caracterizado por modificar valores, es a su vez la fuente del
amor promulgado por Jesús de Nazaret. Toda esta transformación es lo que
Nietzsche da en llamar la moral de los esclavos. Saliendo momentáneamente del
fragmento, el pueblo judío es el que más profundamente ha despreciado al hombre
al sentar que solo a través de la humillación puede alcanzar el perdón de su
Dios vengativo (1995: III, 135 y 136).
Aplicación. De forma breve, podemos decir que Nietzsche
afirma que los moralistas no han visto el problema. Para el alemán, la ciencia
moral es “joven, inmadura, torpe y descuidada” (1993: V, 186), además de que ni
siquiera es ciencia, pues “en todo juicio moral existe un componente
irracional” (1993: V, 191). Aquel odio del pueblo judío de origen sacerdotal es
el inicio de una moralidad que niega al hombre mismo y que identifica lo bueno
con los miserables y los impotentes, iniciando una inversión de valores (1997:
I, 7). Así, su odio creó valores. El fragmento, sin embargo, muestra una ambivalencia
respecto al pueblo judío y su moralidad. Es cierto que dirá que esta nueva
moralidad es contra natura y debemos volver a la relación de bueno = poderoso,
pero también ve a los judíos como “la raza más fuerte, más tenaz y más pura de
cuantas viven en Europa” gracias a virtudes que para muchos serían vicios, como
su adaptación y su fe obstinada (1993: VIII, 251). Así, su odio será sublime
aunque de consecuencias catastróficas debido a que su moral fue esparcida por
el cristianismo. En consecuencia, Jesús de Nazaret podría reflejar los mismos
dos ángulos: su amor sublime y ejemplar, pero su continuidad a la moral contra
natura. Nietzsche consideró a Jesús un espíritu libre que nos mostró cómo hay
que vivir, distinguiendo entre Jesús y cristianismo (Reale y Antiseri, 2005:
388).
Fragmento 2 de La gaya ciencia
“[…] si consideráis en general que toda
pena y toda molestia son algo malo, odioso, digno de suprimirse, como una tara
de la vida, entonces tenéis en el corazón otra religión, además de la piedad,
que tal vez sea la madre de ésta: ¡la religión
de la comodidad! ¡Qué poco sabéis de la felicidad
humana las almas cómodas y bondadosas! –Pues la dicha y la desgracia son
hermanas gemelas que o crecen juntas o, como os sucede a vosotras, ¡se quedan ambas pequeñas!” (Nietzsche, 1995:
V, 338).
Implicación. Nos dice Nietzsche que si concebimos
a la pena y a la molestia como un defecto que hemos de cargar, somos, además de
piadosos, comodinos; y siendo uno y por lo tanto lo otro, se sabrá muy poco de
la felicidad humana. El fragmento cierra con una de esas afirmaciones
lapidarias del alemán: la dicha y la desgracia van siempre juntas y, o crecen a
la vez o ambas estarán atrofiadas. No se puede ser feliz sin haber sido
desdichado.
Explicación. En su afán por responder a la
pregunta “¿conviene a los que sufren que sean compasivos con ellos?”, Nietzsche
nos remite al sentido de su famosa frase lo
que no me mata me hace más fuerte. El querer suprimir la desventura y la
pena es un signo de comodidad, quizá producto de la piedad. El ser compasivo,
el ser bondadoso, es evitar desgracias que curten al ser humano, que nos forman,
y, por ende, le permiten acceder a una verdadera felicidad. Todo esto, pretende
decirnos que no debemos ser compasivos, debemos permitir el sufrimiento del
otro, tanto para que nosotros no evadamos nuestro propio camino (1995: V, 338),
como para que el otro pueda alcanzar su cielo personal (1995: V, 338).
Aplicación. Ante todo, es importante considerar
las circunstancias en que La gaya ciencia
fue escrita. Nietzsche, de haber padecido fuertes dolores de cabeza, una visión
muy disminuida y, en general una salud muy frágil, gozó de una recuperación
que, incluso, le llevó a titular su texto la
alegre ciencia, en referencia a aquel poético arte trovadoresco de los
siglos XIII y XIV (1995: 13). Esta recuperación de su salud se manifiesta en la
idea reflejada en el fragmento seleccionado. Y quizá más importante, la idea
refleja su convicción en la necesidad de transmutar los valores: dice Nietzsche
que “El que los corderos guarden rencor a las grandes aves rapaces es algo que
no puede extrañar: sólo que no hay en esto motivo alguno para tomarle a mal a
aquéllas el que arrebaten corderitos” (1997: I, 13). Mientras la sociedad vivía
la moral de “los corderos”, Nietzsche sugería que debíamos seguir la de las
aves rapaces, por ser liberadora y propia del hombre; pero para ser aves
rapaces se debe asumir la vida tal cual es, abrazar la naturaleza, tanto lo
bueno como lo malo: la dicha y la desgracia deben ser ambas aceptadas. Creo que
ya aquí estaba plasmada la idea que aparece con toda claridad en Así hablaba Zaratustra, un súper hombre
que transmutará los valores (piedad y bondad como vicios) y que para ello, debe
vivir la vida a plenitud, no como el comodino del fragmento. “Es necesario
tener un caos dentro de sí, para poder dar a luz una estrella danzarina” (Nietzsche,
1974: I, 5).
Referencias
Beuchot, M. (2008). Perfiles
esenciales de la hermenéutica. México: FCE.
Nietzsche, F. (1974). Así hablaba Zaratustra. México: Editora Latino
Americana.
Nietzsche, F. (1993). Más allá del
bien y del mal. Madrid: M.E. Editores
Nietzsche, F. (1995) La Gaya
Ciencia. Madrid: M.E. Editores.
Nietzsche, F. (1997) La Genealogía
de la moral. Ciudad de México: Alianza Editorial.
Reale, G. y Antiseri, D. (2005). Historia
del pensamiento filosófico y científico. Tomo III, del romanticismo hasta hoy.
Barcelona: Herder.
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