El pintor español Pablo Picasso (1881-1973) pintó en 1937
su cuadro Guernica, óleo que hace
referencia al primer bombardeo masivo de la historia sobre la villa vasca de Guernica
durante la Guerra Civil Española ocurrido en 1937.
En las siguientes líneas se realizará un análisis
fenomenológico de dicha pintura. Por fenomenología debemos entender una disciplina filosófica
que como método estudia las estructuras de la experiencia o de la conciencia, en el modo en que las experimenta el sujeto. Un análisis de este tipo pretende extraer los
significados últimos y esenciales de los entresijos de un pedazo cualquiera de
la realidad. Con este análisis se mostrará la visión crítica de la modernidad que
la obra mencionada ofrece.
Guernica es una pintura realizada en blanco, negro y
tonos grises. Con su característico cubismo y una fuerte influencia del
expresionismo, podemos ver en la sección izquierda de la pintura un toro, bajo
éste una mujer en rictus de dolor con el cadáver de un niño, y en primer plano
el cadáver de un hombre con una espada rota en la mano derecha y la cabeza
cercenada. Si nos desplazamos a la parte central del cuadro podemos observar un
caballo en agonía y dos mujeres: una que se acerca desde el lado derecho de la
pintura con una pierna dislocada o fracturada y otra que se asoma a la escena a
través de una puerta iluminando la escena. En el lado derecho del cuadro,
podemos ver un edificio en llamas y un hombre que grita desesperado entre
escombros en llamas. Hay dos triángulos que destacan al centro de la obra: el
de la luz que proporciona el quinqué que trae la mujer que se asoma a la escena
y el más pequeño que forma dicho quinqué junto con una paloma y una bombilla.
Identificando los principales núcleos simbólicos, sobresale
la muerte que se manifiesta en el niño en brazos de la mujer, y en el hombre mutilado
con el trozo de espada en la mano derecha; la esperanza, quizá vana, que se
representa en el triángulo en la parte superior central (la paloma en rictus de
dolor y la fuente de luz del cuadro), cuya importancia se manifiesta al estar
en cierta forma separados del resto de la pintura. En un tercer nivel del
análisis, podemos interpretar el cuadro como una expresión de desesperanza ante
no sólo la trágica guerra y su brutalidad consubstancial, sino ante el fracaso
de la modernidad racionalista para iluminar el presente (no es la bombilla la
fuente de luz, sino un quinqué). El caballo posee una textura que asemeja un
periódico (al igual que los colores usados por Picasso) que da noticia de un
bombardeo durante la guerra civil española en que tanto civiles como soldados
sufrieron. Al interior de ese racionalismo propio de la modernidad, siempre
habrá un poder que instrumentaliza la razón, en este caso es el toro y, a su costado,
el fracaso de la paz reflejado en una paloma en agonía. Evidentemente Picasso
nos ofrece una instantánea amarga de la realidad que vivió, aunque no deja de
presentar un pequeño destello de esperanza: la pequeña flor que aún no muere en
el centro de la obra a primer plano naciendo de la espada fragmentada en mano
de un cadáver, justo en el centro de la zona iluminada. La esperanza, en medio
de la modernidad, se mantiene en pie.
Fuentes:
Mittler, Gene A. (2006) Art in focus (5ª ed.). California:
Glencoe/McGraw-Hill
Schwetje, B. y Febbraro, F. (2010). Cómo leer la historia en el arte. Barcelona: Electa.
Smith, David Woodruff (2013).
"Phenomenology", en The
Stanford Encyclopedia of Philosophy, Edward N. Zalta (ed.), tomado
de: .
No había visto la flor, me sorprende ese dulce y tímido gesto de esperanza.
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