jueves, 29 de octubre de 2009

Sobre el nombre del Blog…

Más de una vez me han dicho que suelo ser muy irónico. O que mis comentarios son muy sarcásticos. Yo, sin embargo, me considero ante todo un cínico. La ironía y el sarcasmo se dan por natural añadidura…

Pero, ¿qué es la ironía? Es una burla fina y disimulada; es decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender pero, de alguna manera (tono, gesto o antecedente) insinuar la verdadera intensión. En este sentido, la ironía es requisito indispensable como herramienta analítica. La realidad decadente en que nos encontramos, el mundo contradictorio que nos abruma o nos moldea, nos invita constantemente (si no es que en todo momento) a burlarnos de ella. Pero para evitar atentar contra las susceptibilidades de algunos o para no picarle la cresta a las inseguridades de muchos, mejor ser disimulados y precavidos.

Un maestro en este arte fue Sócrates, el famoso filósofo griego, a quien se le considera creador de la ironía socrática. Más que un método, era el modo en que procedía en cada una de sus charlas callejeras, a partir de las cuales podemos extraer toda su filosofía. Ridiculizaba a su interlocutor llevando sus argumentos al absurdo. Desafortunadamente, tal costumbre le acabó costando la vida… Gajes del oficio, supongo.

Por otra parte tenemos el sarcasmo, que va más allá de la burla y se convierte en insulto que humilla y ofende. Digamos que es una ironía a la n potencia. Y dado que el adefesio de mundo que hemos creado, en muchas ocasiones (demasiadas…) va más allá de contradictorio y se convierte en opresivo y alienante, la ironía no es suficiente y debemos recurrir al sarcasmo. Mientras que ironía viene del griego εἰρωνείa, que significa metáfora, sarcasmo proviene también del griego σαρκασµος, y significa carne rasgada. La etimología nos indica la enorme diferencia entre las dos ideas. Con la ironía buscamos una forma disimulada de decir verdades, deslizamos significados ocultos bajo el tenue manto de lo políticamente correcto. Con el sarcasmo se busca la ofensa, lo más directa posible sin caer en el descaro y la desfachatez…

Lo que me lleva al cinismo. Hoy en día llamamos cínico a aquel que hace alarde de no creer en la rectitud ni en la sinceridad, pues son más producto de la hipocresía que de valores fuertemente cimentados y racionalizados. Cínico es aquel que muestra desvergüenza o descaro en el mentir o en la defensa y práctica de actitudes reprochables. Inmerso en un mundo de antivalores y escasez de raciocinio, el cínico denuncia esto sin disimulo ni vergüenza; la ironía y el sarcasmo son sólo herramientas útiles que el cínico se apropia.

Históricamente, el cinismo fue una corriente filosófica que nació durante el Helenismo y postula que el único fin del hombre es la felicidad y ésta consiste en la virtud. Fuera de ella no existen bienes, de ahí su desprecio por comodidades, bienestares efímeros, placeres, y la ostentación del más radical desprecio por las convenciones humanas. Al ser tan críticos de las superficiales costumbres de la sociedad, se les empezó a llamar los perros (del griego κυων, kyon, perro), sobrenombre que adoptaron gustosos.

Aunque no considero rescatable el ideario cínico en general, concibo su concepción del hombre y de la sociedad como aplicable a nuestra realidad del siglo XXI (24 siglos después del cinismo). El ser humano es deplorable y misérrimo (ya sea por naturaleza o por coacción) y aunque siempre es válido el crear proyecciones utopistas, éstas son banas si el idealismo nos ofusca de forma que ignoramos la realidad misma. Antes de plantearnos cómo debería ser el hombre y cómo debería ser el mundo, debemos enfrentar aquello que es el hombre y esa pocilga que llamamos mundo…

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hola Alex, que interesante leerte por fin después de tanto que hemos escuchado de ti.

    Me parece buena idea hablarle al mundo sórdido que habitamos con la verdad antes de tratar de encontrar criterios axiológicos, lo que me pregunto es si servirá de algo hablarle a medias o detrás de máscaras con cejas levantadas y bocas fruncidas como las de la ironía, el cinismo y tal vez en menor medida del sarcasmo.

    Saludos! pasaré seguido a leerte :)

    ResponderEliminar
  3. Arrogaaaaaante.
    Apuesto a que eres uno de esos ácidos amantes al fastidio ajeno de manera sútil, cobarde.
    Buena eh Christian, "se la aplicaste" muy bien, y lo mejor es que fue de la manera que él presume.

    Alejandro, no chingues, no profeces las que crees tú que son verdades como verdades absolutas.


    Atte: Un Satírico.

    La satira bien hecha hace todo lo que tú aclamas que hacen tus amadas ironía y sarcasmo (refiriéndose a la crítica social), y mejor, porque se da la cara en el proceso.

    ResponderEliminar