Todos hemos oído que hay un conflicto en Ucrania y, sobre
todo a partir del avión que fue ahí derribado, todos parecen comprender que
dicho conflicto tiene cierta relevancia. Lo cierto es que ha la mayoría le falta tiempo o voluntad para sentarse a revisar qué es lo que ahí está pasando. En las siguientes líneas me propongo
presentar un breve recuente de los hechos, buscando presentar una visión integradora de la
situación que se vive en Ucrania.
Primero, hay que tener en cuenta que Ucrania es el puente que une Europa con Asia, por lo que su importancia geoestratégica es enorme. También hay que tener en cuenta que posse importantes recursos naturales, desde gas natural hasta manganeso y carbón. Igualmente, muchos oleoducos que comunican Rusia con Europa, pasan por Ucrania.
En el 2012, como secuela de aquella crisis económica que
estalló en 2008 gracias a la irresponsabilidad del sector financiero de Estados
Unidos (EEUU) y su mentalidad depredadora, Ucrania estaba en recesión económica (su
economía estaba decreciendo). El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticaba un crecimiento de 1.5% en ese
año. La realidad fue mucho peor y en el 2013 la economía ucraniana creció 0.1% en
relación al año anterior. En noviembre del 2013 el pueblo ucraniano se levantó
en protestas (pacíficas, en un inicio) contra el entonces presidente Viktor Yanukovych. Las marchas y
protestas en Kiev (que después se fueron expandiendo al resto del país) se dieron
porque Yanukovych rechazó una oferta de la Unión Europea para sanear la
economía ucraniana y, posteriormente, en un futuro, integrarse a dicho
organismo. En cambio, Yanukovych aceptó un paquete de ayuda de Rusia, y las
masas se inconformaron e iniciaron protestas contra el gobierno
democráticamente elegido.
Al igual que en Egipto, Túnez, Libia, o Siria, tales
manifestaciones fueron impulsadas por agentes de la CIA (el involucramiento de la CIA en el conflicto ha sido denunciado no sólo por los medios de información rusos, sino por diarios como Bild o sitos electrónicos como voltairenet), pues el presidente
estaba actuando en contra de los intereses de la Unión Europea (UE) que, en última
instancia es el tentáculo más oriental de EEUU. Si Yanukovych hubiera
aceptado, Ucrania hubiera recibido préstamos y quizá se hubiera integrado a la UE, pero a cambio hubiera quedado con una gran deuda, hubiera tenido
que someterse a los designios de EEUU y su política exterior, y su riqueza
nacional hubiera quedado a disposición de las multinacionales americanas y
europeas. Así es como EEUU y su lobby sionista han operado desde hace más de
100 años (pregúntenle a Latinoamérica).
Ahora bien, ser parte de la Unión Europea no garantiza nada. Tal
es el problema de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), Estados que
pertenecen a la UE pero que viven crisis financieras de gran calado.
Es claro que el sistema bancario occidental y los ajustes financieros que
implicaron la creación de la UE no son garantía de estabilidad y
prosperidad. Ante este panorama nada alentador, Yanukovych hizo la elección que
parecería más lógica: recurrir a su aliado histórico de siempre y que no
depende directamente de las instituciones bancarias usureras de occidente. Por
ello la CIA decidió promover marchas contra el gobierno que terminaron por
tornarse violentas y obligaron a Yanukovych a renunciar, con el aval del
parlamento ucraniano. En las nuevas elecciones, el ganador fue Petro Poroshenko, candidato pro-Unión
Europea y pro-yanqui.
Mientras esto sucedía, Rusia se anexó la península de
Crimea, bastión militar ruso desde hace siglos. En Crimea, la mayoría de la
población es rusófona (o sea, que habla ruso), por lo que la población no vio con malos ojos la
decisión de Vladimir Putin. Dicha anexión, cabe decirlo, fue aceptada por el
parlamento de Crimea y por la población de la península en un referéndum, es
decir, el proceso también fue democrático (como la elección de Poroshenko). Sin
embargo, con la hipocresía característica de occidente, este proceso
democrático no fue aceptado, incluso por la ONU, que parecería que opera bajo
los designios de EEUU.
El conflicto se vuelve mucho más complejo porque hay dos
grupos más que tienen relevancia. Por un lado está la extrema derecha, el
llamado Pravy Sektor, un partido político de ideología neonazi que se oponía a
Yanukovych y se integró a las protestas en cuanto vio una oportunidad de
obtener recursos económicos y poder fáctico. Sí; por inverosímil que parezca,
EEUU y la Unión Europea terminaron por apoyar a este partido que se convirtió
en el brazo armado de la revolución ucraniana anti-Yanukovych y del actual
gobierno de Poroshenko.
Por otro lado, están los rebeldes anti-Poroshenko (o
pro-rusos) que luchan en el este y el sur de Ucrania (Donetsk y Lugansk,
principalmente), milicias que reciben apoyo logístico y militar de Rusia y que
han tomado múltiples edificios y poblaciones ucranianas, buscando su
independencia y, probablemente, su posterior anexión a Rusia.
Poroshenko, que ve en ellos a meros terroristas (los ha
comparado con los piratas de Somalia) pretende aniquilarlos por la fuerza y,
después, retomar el control de Crimea. Todo este conflicto ha tomado la vida de
alrededor de 5 mil personas (al menos es lo que se dice oficialmente) y ha producido cerca de 750 mil refugiados.
El conflicto tomó notoriedad cuando el vuelo 17 de Malaysia
Airlines fue derribado el pasado 17 de julio en el este de Ucrania, ocasionando
la muerte de sus 295 pasajeros. Probablemente nunca sepamos qué fue lo que
sucedió, pero las opciones son:
- Que las milicias pro-rusas lo hayan derribado para generar presión al gobierno de Poroshenko.
- Que algún sector del gobierno de Poroshenko (bien podría haber sido el Pravy Sektor) haya derribado el avión para inculpar a las milicias pro-rusas y generar presión internacional (curiosamente, después del derribo del vuelo 17, Occidente lanzó sus sanciones contra Rusia para presionarlos).
- Que lo haya derribado Rusia, para culpar a Ucrania y generar presión sobre ellos.
- Una cuarta hipótesis, nos dice que, en su regreso a Rusia de su gira por Latinoamérica, el avión presidencia de Vladimir Putin pasó por esa misma zona ese mismo día y que los ucranianos intentaron derribarlo pero confundieron su vuelo con el del 17 de Malaysia Airlines.
Como consecuencia del conflicto,
ambos bandos han anunciado sanciones contra la parte contraria. Primero la
Unión Europea y EEUU anunciaron que los bancos rusos ya no pueden acceder al
mercado financiero occidental, Rusia no puede exportar tecnología del sector
petrolero ni vender armas en el mercado internacional. Ante estas medidas,
Rusia implementó un embargo agroalimentario contra Europa, EEUU y Canadá. La realidad es que estas sanciones
afectan más a Occidente que a Rusia. Por un lado, China y América Latina
aprovecharán la situación para incrementar su comercio con Rusia, mientras que
el Yuan y el Rublo ruso podrían terminar por hundir el dólar yanqui con estas
medidas. Por otro lado, el que Rusia no pueda vender productos en Europa puede
ser más perjudicial para Europa que para Rusia, pues la dependencia es mayor en
países como Finlandia o Hungría, que la que tiene Rusia.
De acuerdo con Thierry Meyssan
(Red Voltaire, 11 de agosto), mientras que EEUU ya tiene tropas en Ucrania,
Rusia se ha limitado a mandar ayuda humanitaria y equipo militar para las
milicias pro-rusas, de forma que el grado de involucramiento es mucho mayor por
parte de EEUU y sus aliados pro-anglosajones. Pero esto no es suficiente para
frenar a su principal rival geoestratégico: EEUU planea incitar ataques terroristas
de los musulmanes en Rusia (tal y como lo ha venido haciendo en el Medio Oriente desde los 80's), así como iniciar revueltas de ucranianos
pro-occidentales en San Petersburgo (se dice que hay cerca de 50 mil,
actualmente).
Habremos de esperar algunas semanas para ver si esto se
concretiza, pero de ser así, podríamos ver el grado de urgencia que tiene EEUU
por frenar a Rusia y sus aliados, que están construyendo un mundo multipolar.
Curiosamente, el nuevo embajador de EEUU en Rusia es John Tefft, el mismo que
organizó la revolución de Georgia contra Rusia en 2003 y el golpe de estado en
Ucrania, iniciado en 2013. Como respuesta en el plano internacional a la
presión de EEUU y sus aliados (Europa occidental e Israel), se va configurando
la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) que buscará integrar en un
solo bloque a Rusia, China, India, Irán, Mongolia, Pakistán y varias de las
antiguas repúblicas soviéticas de la región asiática.
La posibilidad de una guerra a
escala global es real y sigue aumentando.