domingo, 29 de mayo de 2011

El Caso Islandia

Quiero destacar la situación sui géneris (por decir lo menos) que ha venido aconteciendo en Islandia, país isleño escandinavo de Europa. Los reflectores se han volcado sobre la Primavera de las Revoluciones (principalmente Egipto y Libia, y en menor medida en Túnez, Yemen, y Siria), que nos han mostrado, desde una visión a vuelo de pájaro, el poder que puede llegar a tener el pueblo (caso de Egipto), la tiranía de un gobierno al ignorar las exigencias del pueblo (caso de Siria), o la injerencia e hipocresía de los intereses internacionales (caso de Libia). Sin embargo, el caso de Islandia contiene valiosas enseñanzas (de ahí que haya sido acallado por la prensa internacional), por lo que lo reseño a continuación:


Desde el 2003 la economía de Islandia había venido creciendo debido a los mercados financieros menos regulados (especuladores sin escrúpulos y sib obstáculos) y la banca privatizada (regla sagrada del neoliberalismo). Pero para el 2008, los fondos de inversión libres (popularmente conocidos como hedge funds) crearon endeudamiento y el Banco Central de Islandia no pudo cubrir dicha deuda.

En el 2008 se da una fuga de capitales (los mismos especuladores bien informados de la inminente crisis) y unas horas después (literalmente) se desplomó la moneda alcanzando un 25% de devaluación, la bolsa para todo movimiento y el país queda en bancarrota. La maravillosa y generosa oferta del FMI fue: un préstamo de 2.100 millones de dólares a cambio de que el pueblo fuera pagando dicha deuda por los siguientes 15 años. Quizá alguien se acuerde con esto del Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), después llamado IPAB. Tras el desfalco de algunos banqueros en México, y por orden del Sr. Presidente Don Ernesto Zedillo, los mexicanos habremos de pagar por su desmedida codicia y/o su proverbial estupidez, es decir, las pérdidas económicas de la banca privada se convierten en deuda pública. Aquí el saldo del desastre: el saldo total a precios actuales equivale a 2 billones 577 mil millones de pesos y nos tomará 30 años pagarlo (llevamos 12).

Para el 2009 las protestas de los ciudadanos islandeses producen el adelanto de las elecciones, la renuncia del Primer Ministro y de su gobierno ultraliberal en su totalidad y su sustitución por un gobierno de coalición de izquierda. Estas protestas también lograron posponer el préstamo del FMI, gracias a lo cual el desempleo no se disparó.

Para el 2010 las marchas de protesta continúan y obligan a que se realice un referéndum sobre dicho rescate. El resultado es abrumador: 93% de los islandeses votan no al pago de la deuda (el castigo fue que el FMI congeló su invaluable ayuda y la UE puso freno a las negociaciones para que Islandia se integrara a ella). A la par se inicia una investigación contra banqueros y altos ejecutivos. A instancias de la Interpol, se obligó a salir del país a todos los banqueros implicados. El siguiente paso fue la creación de una asamblea constituyente (asamblea formada por ciudadanos sin filiación política) que promete entregarnos la primera constitución antineoliberal, con candados para evitar el saqueo sistemático que organizan los especuladores internacionales.

También se renacionalizó la banca y la deuda provocada por los especuladores y sus hedge funds, deberá ser absorbida en un 70% por ellos mismos... El que la hace la paga.

Hasta aquí la reseña. Paso ahora a la moraleja: el pueblo (ese que trabaja, que “le talonea”, "hace la talacha", y “se la rifa”, a ese que en México lo han empobrecido sistemáticamente, ese ente que es protagonista en los discursos pero ignorado en los hechos, ese colectivo al que, como novia desengañada, todo le prometieron y nada le dieron), el pueblo, decía, todavía tiene poder. En México, este poder se encuentra diluido en la apatía. En nuestras manos está ejercerlo.

La pregunta obvia: ¿Por qué se nos ha hablado de las crisis de Irlanda o Lituania, de los conflictos en Grecia, de las primaverales revoluciones árabes y no del “caso Islandia”? Porque es una muestra muy clara de cómo enderezar el rumbo económico de una nación en el siglo XXI: desechando al neoliberalismo y a su parasitaria casta de especuladores internacionales, heraldos de crisis y miserias que, definitivamente no son una novedad en el mundo, pero con el neoliberalismo obtuvieron una libertad de acción y un margen de maniobra casi totales, además de una indignante impunidad. Los poderes fácticos de nuestro hermoso mundo se verían seriamente afectados si las naciones (el pueblo de a pie) se dieran cuenta del poder que aún poseen. Sí es posible prescindir de la usurera y falsa “ayuda” del FMI (o cualquier otro organismo de la misma calaña). Sí es posible cambiar al gobierno en turno (a fin de cuentas deben ser vistos como nuestros chalanes, que velan por nuestros intereses y que trabajan para nosotros). Sí es posible castigar a los banqueros y especuladores que se ocultan en una falsa imagen de respetabilidad y una más que dudosa legalidad. Sí es posible que el pueblo no “tenga” que tragar ninguna “amarga medicina” (como la recetada por Zedillo), sino que haga pagar a los responsables. Sí es posible crear una nueva constitución en pleno siglo XXI, aunque seguido se nos mencionen los inconvenientes. Sí es posible atacar y derrocar al neoliberalismo; éste no es divino ni inamovible, sólo es una herramienta de criminales, un sistema de opresión. ¡Sí es posible!

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