jueves, 19 de diciembre de 2013

Hermenéutica a dos fragmentos de Nietzsche



La metodología de la hermenéutica puede desarrollarse a partir de tres pasos o, como las llama Beuchot, sutilezas, a saber: la sutileza para entender o implicar, la sutileza para explicar y la sutileza para aplicar. El primer paso aborda el contenido textual, el segundo, la relación del texto con los objetos que describe, y el tercero la interpretación que nos formamos del texto (Beuchot, 2008: 41-42). Aquí, un análisis de dos fragmentos de Nietzsche siguiendo estas sutilezas.

Fragmento 1  de La genealogía de la moral
“Todas las cosas largas son difíciles de ver, difíciles de abarcar con la mirada. Pero esto es lo acontecido: del tronco de aquel árbol de la venganza y del odio, del odio judío –el odio más profundo y sublime, esto es, el odio creador de ideales, modificador de valores, que no ha tenido igual en la tierra-, brotó algo igualmente incomparable, un amor nuevo, la más profunda y sublime de todas las especies de amor: -¿y de qué otro tronco habría podido brotar?... Mas ¡no se piense que brotó acaso como la auténtica negación de aquella sed de venganza, como la antítesis del odio judío! ¡No, lo contrario es la verdad!” (Nietzsche, 1997: I, 8).

Implicación. Un primer elemento a resaltar es la elección de “langen Dinge” (cosas largas). Nietzsche se refiere metafóricamente a la dificultad del ojo humano para alcanzar a ver objetos amplios. Después cambia el lenguaje (no sin mantener una analogía entre el judaísmo y un árbol) para referirse al tema en sí: el odio judío como sublime y como raíz del más sublime amor. En la parte final del fragmento, se da un giro al afirmar que el odio judío no es la antítesis de este nuevo amor. Solo la verdad sería contraria a dicho odio. Este fragmento, en términos de intratextualidad, nos remite a algunas ideas previas y posteriores de la misma obra: Nietzsche afirma que “con los judíos comienza en la moral la rebelión de los esclavos” (1997: I, 7). Después afirma que aunque el paso de este envenenamiento se va alentando, “la moral del hombre vulgar ha vencido” (1997: I, 9).

Explicación. Con estas dos ideas que se han añadido, el fragmento puede explicarse diciendo que, aunque suele escaparse este fenómeno a los estudiosos de la moral, el odio que Nietzsche asigna al pueblo judío, caracterizado por modificar valores, es a su vez la fuente del amor promulgado por Jesús de Nazaret. Toda esta transformación es lo que Nietzsche da en llamar la moral de los esclavos. Saliendo momentáneamente del fragmento, el pueblo judío es el que más profundamente ha despreciado al hombre al sentar que solo a través de la humillación puede alcanzar el perdón de su Dios vengativo (1995: III, 135 y 136).

Aplicación. De forma breve, podemos decir que Nietzsche afirma que los moralistas no han visto el problema. Para el alemán, la ciencia moral es “joven, inmadura, torpe y descuidada” (1993: V, 186), además de que ni siquiera es ciencia, pues “en todo juicio moral existe un componente irracional” (1993: V, 191). Aquel odio del pueblo judío de origen sacerdotal es el inicio de una moralidad que niega al hombre mismo y que identifica lo bueno con los miserables y los impotentes, iniciando una inversión de valores (1997: I, 7). Así, su odio creó valores. El fragmento, sin embargo, muestra una ambivalencia respecto al pueblo judío y su moralidad. Es cierto que dirá que esta nueva moralidad es contra natura y debemos volver a la relación de bueno = poderoso, pero también ve a los judíos como “la raza más fuerte, más tenaz y más pura de cuantas viven en Europa” gracias a virtudes que para muchos serían vicios, como su adaptación y su fe obstinada (1993: VIII, 251). Así, su odio será sublime aunque de consecuencias catastróficas debido a que su moral fue esparcida por el cristianismo. En consecuencia, Jesús de Nazaret podría reflejar los mismos dos ángulos: su amor sublime y ejemplar, pero su continuidad a la moral contra natura. Nietzsche consideró a Jesús un espíritu libre que nos mostró cómo hay que vivir, distinguiendo entre Jesús y cristianismo (Reale y Antiseri, 2005: 388).

Fragmento 2 de La gaya ciencia
“[…] si consideráis en general que toda pena y toda molestia son algo malo, odioso, digno de suprimirse, como una tara de la vida, entonces tenéis en el corazón otra religión, además de la piedad, que tal vez sea la madre de ésta: ¡la religión de la comodidad! ¡Qué poco sabéis de la felicidad humana las almas cómodas y bondadosas! –Pues la dicha y la desgracia son hermanas gemelas que o crecen juntas o, como os sucede a vosotras, ¡se quedan ambas pequeñas!” (Nietzsche, 1995: V, 338).

Implicación. Nos dice Nietzsche que si concebimos a la pena y a la molestia como un defecto que hemos de cargar, somos, además de piadosos, comodinos; y siendo uno y por lo tanto lo otro, se sabrá muy poco de la felicidad humana. El fragmento cierra con una de esas afirmaciones lapidarias del alemán: la dicha y la desgracia van siempre juntas y, o crecen a la vez o ambas estarán atrofiadas. No se puede ser feliz sin haber sido desdichado.

Explicación. En su afán por responder a la pregunta “¿conviene a los que sufren que sean compasivos con ellos?”, Nietzsche nos remite al sentido de su famosa frase lo que no me mata me hace más fuerte. El querer suprimir la desventura y la pena es un signo de comodidad, quizá producto de la piedad. El ser compasivo, el ser bondadoso, es evitar desgracias que curten al ser humano, que nos forman, y, por ende, le permiten acceder a una verdadera felicidad. Todo esto, pretende decirnos que no debemos ser compasivos, debemos permitir el sufrimiento del otro, tanto para que nosotros no evadamos nuestro propio camino (1995: V, 338), como para que el otro pueda alcanzar su cielo personal (1995: V, 338).

Aplicación. Ante todo, es importante considerar las circunstancias en que La gaya ciencia fue escrita. Nietzsche, de haber padecido fuertes dolores de cabeza, una visión muy disminuida y, en general una salud muy frágil, gozó de una recuperación que, incluso, le llevó a titular su texto la alegre ciencia, en referencia a aquel poético arte trovadoresco de los siglos XIII y XIV (1995: 13). Esta recuperación de su salud se manifiesta en la idea reflejada en el fragmento seleccionado. Y quizá más importante, la idea refleja su convicción en la necesidad de transmutar los valores: dice Nietzsche que “El que los corderos guarden rencor a las grandes aves rapaces es algo que no puede extrañar: sólo que no hay en esto motivo alguno para tomarle a mal a aquéllas el que arrebaten corderitos” (1997: I, 13). Mientras la sociedad vivía la moral de “los corderos”, Nietzsche sugería que debíamos seguir la de las aves rapaces, por ser liberadora y propia del hombre; pero para ser aves rapaces se debe asumir la vida tal cual es, abrazar la naturaleza, tanto lo bueno como lo malo: la dicha y la desgracia deben ser ambas aceptadas. Creo que ya aquí estaba plasmada la idea que aparece con toda claridad en Así hablaba Zaratustra, un súper hombre que transmutará los valores (piedad y bondad como vicios) y que para ello, debe vivir la vida a plenitud, no como el comodino del fragmento. “Es necesario tener un caos dentro de sí, para poder dar a luz una estrella danzarina” (Nietzsche, 1974: I, 5).

Referencias
Beuchot, M. (2008). Perfiles esenciales de la hermenéutica. México: FCE.
Nietzsche, F. (1974). Así hablaba Zaratustra. México: Editora Latino Americana.
Nietzsche, F. (1993). Más allá del bien y del mal. Madrid: M.E. Editores
Nietzsche, F. (1995) La Gaya Ciencia. Madrid: M.E. Editores.
Nietzsche, F. (1997) La Genealogía de la moral. Ciudad de México: Alianza Editorial.
Reale, G. y Antiseri, D. (2005). Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo III, del romanticismo hasta hoy. Barcelona: Herder.

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